domingo, 4 de mayo de 2008

GAO XINGJIANG

Durante esta primavera he empezado mis clases de Sumi-e con la profesora Francina Bousan. Estoy muy contenta porque han sido unas clases buscadas y añoradas desde hace tiempo.
Lo que iré colgando en este cuaderno de viaje serán precisamente mis ejercicios de clases, mis lecturas y todo lo que me encuentre por ahí y que tenga que ver con esta pasión mía por la tinta china.
Fue durante el verano de 2002 o 2003 durante un viaje por el sur de Francia en el que descubrí, en el Palacio del Papa en Avignon, la obra del pintor y escritor chino Gao Xingjiang.
Hacía mucho tiempo que no recibía una conmoción estética de ese calibre. ¡Era maravilloso!
Debo decir que en arte me interesa especialmente esa línea cambiante entre la figuración y la abstracción. Y en la obra de Gao encontraba justo eso. Un mundo nuevo en sutiles manchas de tinta.

Cuando regresé a Barcelona intenté utilizar la tinta china para realizar lo que yo llamaba mis "pinturas de agua" y buscaba plasmar la impresión de la lluvia sobre el papel. Pero todos mis intentos se han visto frustrados. La lluvia no se ha dejado atrapar. Al menos no por mi. Colgaré, de todas formas, algunas cosas más adelante.
Pero hoy quiero iniciar mi cuaderno de viaje por el mundo de la tinta china, haciendo mención a la obra de Gao, en una exposición que se realizó en el CCCB con motivo del Kosmopolis en el 2oo4. Entonces escribí lo que ahora será mi primera entrada en el blog y que explica, en cierto modo, el origen de esta pasión mía por la tinta. Las pinturas están sacadas de internet y no se expusieron en aquella ocasión, pero encuentro que plasman el concepto que quiero transmitir.
En la obra literaria de Xingjian se juega bastante con los pronombres, por eso planteé el "artículo" a modo de diálogo.

EL MUNDO DE GAO

Tú le preguntaste qué le gustaba tanto de esta exposición y ella dijo:

- Son obras que necesitan ser contempladas individualmente, por eso, es necesario recrear un espacio que las oculte y las revele poco a poco. Las telas cumplen esa función sirviendo de camino y logrando crear un espacio aislado que permite al espectador descubrir las obras poco a poco y con una cierta intimidad.
Las obras tratan el tema de la luz en su fondo y en su forma, así que es importante conseguir que la luz arranque la mayor cantidad de matices posible. El soporte de todas estas obras es el papel de arroz, tan fino y tan permeable que se comporta como si fuera un tejido translucido, si lo iluminamos tenuemente por detrás conseguimos que las tintas cobren vida ganando intensidad en ocasiones, perdiéndolo en otras, pero logrando siempre seducir la mirada que resbala por la superficie una y otra vez.

Gao Xingjiang dice que pinta cada obra con música, dibujando el sonido, algo así como un sismógrafo que presiente y percibe las vibraciones y las transforma en un trazo, en una mancha, en una sombra… Cuando yo las contemplo, sin embargo, lo hago en silencio. La música se ha ido y queda para mí una invitación al recogimiento interior. Quedo expuesta a un paisaje que se extiende hasta el infinito borrando los límites entre el cielo y la tierra. Hay veces que me invita a escalar montañas y a atravesar tenebrosos océanos de oscuridad; como en las obras de Gaspar Friederick y de tantos otros pintores románticos, el paisaje de la naturaleza es tan grandioso que a mí me hace pequeña, minúscula, a penas inexistente y reconozco tanto mi pequeñez como la majestuosidad de lo que me envuelve.


En otras ocasiones el placer estético es mucho más táctil, me permite tocar con los ojos el agua que fluye, un trozo de seda arrugada, los pétalos de una flor, la dureza de una piedra.



El mundo que me rodea se ha convertido en algo pequeño y cercano. De la amplitud del espacio abierto a la cercanía abstracta de las texturas de las cosas. Me conmueve lo cerca y fugaz que puede estar de mí la belleza y yo sin darme cuenta. El poder de un instante, el deseo de atrapar un momento, un segundo de felicidad, ese movimiento congelado de un pliegue, de un golpe de viento que cambia la composición hasta el segundo siguiente, ese intento por captar el fluir de las cosas… Todo eso me dice que tengo que estar atenta, observar con los ojos bien abiertos el cambio constante del mundo y de mi propio yo interior. Observar. El momento.



La reflexión sobre la luz en la obra de Gao nos obliga a hablar por fuerza de la sombra. Es la sombra la que evidencia la luz y la que construye el espacio. Un trazo negro que es la sombra de otro es todo lo que necesitamos para imaginar el suelo y la pared donde se apoya, la sombra nos dice también de dónde viene la luz que ilumina la escena.
La luz y la sombra son utilizadas también como metáforas de interior/exterior. La luz que ilumina la casa parte de dentro, fuera de las ventanas, más allá del edificio está la oscuridad, lo que no conocemos, lo que no vemos, ellos.


El juego de los pronombres que plantea en su literatura está presente también su obra pictórica y sobre todo su individualidad. El “tú” y el “él” es lo mismo que un “yo” desdoblado. Un figura que contempla a otra doblada sobre si misma, un pequeño abismo las separa, una fisura, un río que cruzar o no.



Tú dirás que todo esto son palabras. Sí. Lo son. Tú dirás.