lunes, 25 de mayo de 2009

DEGUSTANDO LA BELLEZA

Si alguna vez os habéis planteado si la belleza se puede beber, ya os digo que sí. Se mira, se huele, se toca y se bebe.

El pasado día 12 de mayo fui a la ceremonia del té que organizó la tienda Tetere de Barcelona.

El té elegido fue, tal y como consta en su página web, té oolong China, de la provincia de Fujian. Y se sirvió en la tetera Zisha (cerámica China), que podéis ver en la foto.


Fue mi primera vez viendo una ceremonia que había leído en los libros y que había imaginado muchas veces como algo delicado y preciso. Descubrí que no hay una única manera de servir el té, de hecho, hay muchas formas, depende del tipo de té y de la tradición de la zona donde se realice.

La belleza de los objetos es fundamental para el ritual, por eso, existen mesas para servir el té, la que yo vi era una bandeja de madera con una especie de doble fondo cerrado con una rejilla superior, como si fuera una caja, para recoger el agua que se derrama. La tetera no tiene por qué ser grande, en realidad, todo es bastante pequeño, los vasos, el recipiente para el agua, la cuchara con la que se vuelca el té en la tetera...
Los objetos son tan hermosos que se presentan al espectador con un gesto, uno a uno, se señalan o se presentan ante la mirada del convidado para que los admire antes de ser utilizados. Igual que el té, que se enseña para poder apreciar el color y la textura de las hojas.

Despacio, se vuelca el agua caliente en un recipiente y después se vierte en la tetera y por fuera de ella, para que adquiera la temperatura adecuada. Se enseñan los delicados vasitos blancos y azules que veis en la foto con un gesto suave y se derrama agua en ellos. Posteriormente, los vasitos se vuelcan sobre los cuencos pequeñitos cabeza abajo. ¿Por qué? Para calentar el recipiente donde se va a tomar el té.


El agua de la tetera se derrama sobre la mesa, que tiene, como os decía, capacidad para recoger ese agua que se vierte, y entonces, sí, se pone el té y se vuelve a llenar de agua.

Se sirve en los cuencos y se ofrece al invitado para que pueda tener ese objeto pequeño y delicado entre sus manos, oler el té, y beberlo en tres sorbos.

Todo ello muestra que los gestos suaves inducen a la paz y los objetos bellos armonizan todos los sentidos: la vista, el tacto, el olor y el gusto, incluso el oído, ¿acaso no es delicado el ruido del agua al volcarse sobre la madera o la cerámica?

Los gestos son simples, nada ampulosos, pero sí lentos, porque se necesita tiempo para disfrutar y ser consciente de que se disfruta.

La ceremonia del té es un ritual hermoso porque no tiene nada de extraordinario. Es la magia de las formas simples que acarician el alma y la calman. Precioso.

3 comentarios:

Agustín dijo...

Bellísima descripción. Sí, lo realmente difícil es conseguir lo sencillo.
Enhorabuena!

Agustín

tetere blog dijo...

Nos ha encantado tu descripción. A través de los elementos básicos, simples y sencillos como la tinta y el té, encontramos la paz y la tranquilidad, concepto tan escaso en estos días en que vivimos.

tetere

Helena dijo...

Gracias a vosotros, equipo de Tetere, por la invitación.

La próxima vez que lo hagan, Agustín, y los demás que me habéis visitado o enviado un e.mail, ya sabéis, cita imprescindible.

Seguiremos degustando té y disfrutando con la tinta.