jueves, 26 de noviembre de 2009

AGUA

Estoy leyendo un libro fantástico de cuentos chinos de las dinastías Tang y Song seleccionados y traducidos del chino por Gabriel García-Noblejas.

El libro es un regalo continuo de historias delicadas y hermosas imágenes.

En uno de los cuentos se narra la historia de un hombre que se encuentra con una mujer cerca de un río, el río Xiang. La mujer está llorando. Después de intercambiar un breve diálogo, los dos se marchan juntos y viven una historia de amor que dura unos dos años, hasta que ella le dice que no puede continuar, que es una de las concubinas del río Xiang y que tiene que volver con él.
Siempre había intuido que los ríos tenían amantes...

Pasado un tiempo, el hombre la recuerda y escribe:

Aumenta la tristeza
como las olas concéntricas en un lago quieto,
carece de bordes, no tiene límite.
El pasado se me hace presente en los recuerdos.
Siempre, siempre, siempre el río Xiang.


Pag. 267.
El letrado sin cargo y el baúl de bambú.
Antología de relatos chinos de las dinastías Tang y Song (618-1279)
Edit. Alianza literaria
Madrid, 2003
Traducción y selección: Gabriel García-Noblejas


El agua y la tristeza. Una imagen muy evocadora. La tristeza no se deja encasillar, no tiene bordes, igual que las ondas en el agua o que las gotas de lluvia.

Siempre he querido plasmar la manera en la que el agua cae sobre un charco o sobre un cristal. Es difícil conseguirlo con la tinta china sobre papel de arroz, éste se empapa demasiado y se rompe. Es tan frágil. Si uso un papel de acuarela, como el de la imagen que acompaña este texto, puedo llenarlo de agua, se comba, pero no es fácil que se rompa.

Hace unos años, cada vez que llovía, salía al balcón de mi casa y hacía pruebas para apresar la lluvia. Volcaba tinta sobre el cartón y lo dejaba escurrir. Las gotas de agua resbalaban, se formaban riachuelos, pero no había manera de fijarlos. Desaparecían en cuanto se secaban.

La poesía me ha traído a la memoria mis intentos por plasmar la caída de las gotas de lluvia sobre el agua o contra el cristal de las ventanas. Intentos vanos por encerrar el instante.

Ni la lluvia ni la tristeza son fáciles de atrapar, salvo con la memoria.



En la prueba que os enseño, quería reflejar gotas de agua resbalando sobre un cristal, lo hice manchando el cartón de acuarela con tinta china y salpicando con lejía antes de que se secase. Fue uno de mis últimos intentos.

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