miércoles, 11 de noviembre de 2009

ZAZEN Y SUMI-E


El pasado sábado 7 de noviembre estuve en una jornada de introducción a la meditación zazen. Se realizaba en el Centro Zen de Barcelona, un piso bastante agradable con el suelo de madera, las paredes blancas y mucha luz. Aunque están construyendo un espacio más grande, lo que a juzgar por la cantidad de gente que asistimos ese día, es necesario.

El sumi-e tiene mucho que ver con la práctica del Zen. Participa de la misma idea de prestar atención al momento presente desde una actitud tranquila y con una respiración fluida.

El Zazen se practica en la postura de flor de loto en la que se ven muchos Budas, con la espalda recta y las manos concentradas debajo del ombligo. Es importante apoyar las rodillas en el suelo, o al menos que no queden en el aire, y se suele utilizar un cojín redondo llamado zafu que ayuda a mantener la espalda erguida.

La práctica de la meditación consiste en entrecerrar los ojos y permanecer en la postura de cara a la pared. La respiración se va acompasando por sí sola. Los pensamientos y las emociones internas afloran, pero no importa, es lógico que sea así, lo importante es ser consciente de que llegan y dejarlas pasar. No retener. Ser consciente de que alrededor todo gira, pero hay un centro que permanece quieto, inmutable, como el ojo del huracán.

La cantidad de ideas que te pueden llegar a la cabeza es impresionante. Y no solo ideas, en mi caso me vinieron imágenes bastante intensas: el azul eléctrico de Yves Klein o el jardín artificial de Joana Vasconcelos que había visto unos días antes en una foto.

Afloran también emociones menos placenteras: inquietud por algo que me sucedió días atrás, molestia por el ruido involuntario del estómago del vecino o de la saliva al pasar por la garganta.

Pero tanto las imágenes intensas y hermosas, como lo desagradable del recuerdo o del ruido exacerbado de un instante pasa. Todo pasa.

Puedo imaginar que la práctica constante del zazen sea algo bastante liberador. Vivimos tan inmersos en hacer cosas, en planificar para el futuro y en recordar el pasado que dejamos muy poco tiempo para habitar el presente; que por otro lado es lo único que poseemos.

El sumi-e requiere el mismo estado de concentración que la meditación. Estar en el aquí y ahora. La respiración se acompasa. Se dejan los pensamientos de la rutina diaria para descansar en la tinta y en el dibujo, pero el estado de ánimo del que pinta o dibuja permanece reflejado en el papel. Es hermoso.

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