viernes, 5 de febrero de 2010

LA TRAICIÓN ESCRITA



Ayer por la noche terminé de leer un libro apasionante: La traición escrita. Una conjura en la China imperial de Jonathan Spence. Editado en castellano por Tusquets.

Jonathan Spence se adentra en los archivos imperiales de la dinastía Qing para narrarnos una conjura que ocurrió en el siglo XVIII en China. Lo que cuenta es real, aunque parece ficción y se lee con la misma agilidad que si se tratara de una trama de suspense.

La burocracia china tan absolutamente minuciosa y disciplinada ha permitido conservar por escrito los entresijos de una historia alucinante. Una tarde de 1728, un hombre se avalanza sobre el general Yue Zhongqi -leal al tercer emperador manchú, Yongzhen - para entregarle una carta conspiratoria. A partir de aquí el general envía un comunicado al emperador contándole el suceso y la caja de los truenos se destapa.

Un maestro pobre de escuela llamado Zeng Jing, dedicado a leer a los clásicos y a escuchar las historias de la gente que viaja por los caminos de China, y su discípulo (el que entrega la carta al general) critican al emperador y su forma de gobernar, implicando con ello a otra serie de personas. Piden un cambio: la vuelta a los valores tradicionales de la dinastía Ming. ¿Pero tienen poder de cambiar la situación? Realmente no. Sus recursos son limitados, casi inexistentes. Pero eso no quita para que el emperador y su séquito de funcionarios se dediquen a estudiar la conjura y a las personas que, aunque estén muertas o sean mencionadas superficialmente, puedan estar remotamente involucradas.

Todo lo que pasa en el inmenso territorio de China llega a oídos del emperador, y lo hace por escrito además. Todo pensamiento, orden, contraorden, muerte o nacimiento se registra meticulosamente. Esto nos permite adentrarnos en la forma de vivir y de pensar en la China imperial, donde absolutamente todo estaba bajo la supervisión del emperador. Podemos sorprendernos de la lealtad y el respeto por las tradiciones; de la credibilidad que se otorga a las interpretaciones de sucesos naturales como inundaciones, tormentas, etc. como augurios de acuerdo o desacuerdo con respecto al buen gobierno; de la increíble dureza de los exámenes para ser funcionario y del respeto impresionante por la cultura escrita, por la literatura, la filosofía y la poesía. Todo eso, como si hubiera pasado ayer.

Después de leer el libro te asaltan dos pensamientos centrales: uno, ríete tú de las dictaduras modernas y, dos, ¡todo ese papeleo y sufrimiento desencadenado por una conjura que no tenía ninguna posibilidad, ni siquiera remota, de llevarse a cabo!

Es el primer libro de este sinólogo que leo, pero estoy contenta porque hay más estudios publicados... Es otra manera de estudiar la historia. La de las "vidas pequeñas" que, sin embargo, desvelan la forma de vivir y de pensar de la sociedad en la que se desarrollan.

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